Por Rodney King

Un asunto como este necesita un titular FUERTE. Pero es un asunto de extrema importancia. Ya lo he comentado antes, pero creo que hace falta volver a hablar de ello porque, por desgracia, todavía veo a mucha gente pensando que a ellos no les va a suceder.

Llevo haciendo artes marciales profesionalmente más de dos décadas y media. Empecé a enseñar karate con 16 años. De joven trabajé de portero en algunos de los clubs más duros del mundo. En ese período de tiempo, y siendo conservador, tuve al menos 300 altercados físicos, es decir, durante 7 años 3,5 peleas al mes. Y aparte de eso, 27 años de sparring duro, que son por lo menos 40.000 asaltos (si no más). A esto le añades el paso de los años y ahora, cerca del final de la década de los 40, ¿con qué me encuentro?

Mi cuerpo está roto. Mi rodilla izquierda duele casi todas las semanas. Siento mis dedos rígidos. Tengo frecuentes cambios de humor (y estoy seguro que es por todos os traumatismos craneales que he sufrido). Y para remate, me duele la espalda casi todos los días y mis vértebras cervicales tienen una degradación severa. Parte de esto tal vez sea genético, pero ningún humano está diseñado para someter su cuerpo a semejante maltrato. Y me viene a la cabeza Rickson Gracie, que tengo entendido que también está mal de salud. Este hombre hizo todo bien: yoga, se mantuvo flexible, entrenamiento de fuerza, y encima era un portento físico. Pero aun así, machacar su cuerpo en los combates ha tenido su precio (y eso que sólo tiene 58 años).

PERO NO SOY SOLO YO

Incluso en mi círculo, estoy con compañeros de entrenamiento a los que conozco bien desde hace más de 10 años. Uno acaba de pasar por un reemplazo de cadera (es más joven que yo y esa es sólo una de sus lesiones) y un amigo muy íntimo ha padecido varias operaciones de ojo (es su lesión más seria). Y podría seguir y seguir.

Y la verdad, ¿para qué narices?

Claro que queríamos ser los mejores en nuestra disciplina, pero hemos pagado un alto precio. No tenemos ni 50 años, y, con un cálculo conservador, nos quedan casi otros 30 de vida. Tampoco sabíamos que esto fuera a pasar cuando éramos jóvenes. Pensábamos, como muchos de vosotros, que tenías que ir a darlo todo todo el tiempo, o eras un flojo. Nuestros egos y lo machotes que éramos era lo que nos movía. Pero ser el mejor luchador del mundo importa un bledo cuando no te acuerdas de cómo te llamas, o de los nombres de tus nietos. Cuando no puedes llevar una vida funcional y no tienes ni 60 años. Cuando salgo de la cama la mayor parte de los días me siento como si ya tuviera 70 años.

Tampoco quiero dejar las artes marciales, pero me veo obligado a hacer serios cambios en mi entrenamiento si quiero seguir en esto dentro de una década. Ahora mismo sólo hago combate de forma habitual con una persona, Costa Ioannou, 4 veces campeón de EFC y alumno mío. 2 veces a la semana hacemos al menos 30 asaltos. Vamos rápidos, con estrategia, pero el contacto es como un 80% de lo que hacíamos hace 10 años. Ruedo en el tatami con algunos alumnos escogidos pero evito a los que no entienden mi nueva actitud.

DILE A TU EGO QUE SE AGUANTE (Y YA PUESTOS, A TODOS LOS DEMÁS)

Como hombre y como luchador me costó mucho dejar mi ego de lado y no pelear ni rodar en el tatami con alguna gente. Esto es especialmente difícil en algunos seminarios. Pero, por desgracia, como dije al principio, siempre hay jóvenes machacas, que creen que tienen que ir con todo. Piensan que así es como mejoran o que me tienen que demostrar algo. Y quizás mejoren, que yo sé que lo hice gracias a entrenamientos muy duros, pero después ¿qué? La verdad es que nunca lo consideré, pero ahora como ya tengo un mejor conocimiento, no voy a dejar que eso suceda en mi clase. Ya me niego a competir con nadie. La competición saca a la superficie al Macho Alfa y, aunque estoy seguro de que hago un buen papel contra casi cualquiera, estar una semana andando como Robocop no tiene ninguna gracia. Así que aunque siempre es un duro trago, digo “no, gracias”. Y es que si quiero jugar algún día con mis nietos no tengo otra elección.

No deberías dejar que nadie te usara como su saco particular. Los que hacemos artes marciales tenemos que superar nuestro orgullo masculino y decir no. Puedes entrenar de forma saludable. Puedes entrenar de manera realista. Pero también puedes hacerlo de manera que no acabe siendo perjudicial para tu salud. Claro que va a haber consecuencias cuando lo hagas. Sabía que en el momento en que dejara de picarme y de luchar con cualquiera que me desafiara, habría gente que empezaría a hablar a mis espaldas. Pero no pagan mis facturas, ni mantienen a mi familia ni viven mi vida. Y hasta si me fijo en Rickson Gracie, después de todas las veces que ha demostrado su excelencia como luchador, cuando no peleaba con alguien concreto siempre recibía calificativos peyorativos. Está claro que siempre habrá gente así, hagas lo que hagas.

Pero al final sólo hay dos motivos para practicar artes marciales. Para protegerte y para el auto dominio. Todo lo demás importa poco en última instancia. Los campeones de hoy serán olvidados entre los muchos que ha habido en el pasado y otros nuevos los reemplazarán. No puedo dejar de pensar a veces que esta obsesión de los hombres por pelear con otros (por deporte, o por guerras) es en realidad una forma de esclavitud. Pero ¡eso es para otro artículo!

Artículo traducido por el forero Leroy (link a su diario de entrenamiento en nuestro foro)