Por Pavel Tsautsoline

He aprendido una lección acerca de la vida y del entrenamiento que me gustaría transmitir.

Viene del libro que más impacto me causó el año pasado. No es un best-seller, sino un clásico de hace 25 años: Fluir: La psicología de la felicidad (Flow: The Psychology of Optimal Experience), por Mihaly Csíkszentmihályi. El autor es un inmigrante húngaro a los Estados Unidos, un profesor de psicología. En una en que su campo está lleno de quejas y la mentalidad de víctima, este investigador destaca con un mensaje positivo y poderoso que afirma que tenemos el control del 100% de nuestra felicidad.

Mihaly Csíkszentmihályi es el autor del famoso concepto «fluir» que se convirtió en la base del floreciente campo de la psicología de la felicidad y la creatividad. Csíkszentmihályi y sus seguidores han hecho mucho en los 25 años siguientes a la publicación de su libro, y no es difícil encontrar los descubrimientos, técnicas y tácticas más actualizados. Pero no hay mejor lugar para empezar a descubrir el «fluir» que el clásico original.

Involucrarse con la vida

El Prof. Csíkszentmihályi definió el «fluir» como «el proceso de involucrarse totalmente con la vida». Observó miles de personas de muchas culturas y de todas las áreas de la vida que habían llegado o se habían topado con este estado. Concluyó que la clave para la felicidad está en la forma en que manejamos nuestra atención.

La atención es el «mono alocado» de tu mente que no se puede quedar sentado. Las generaciones de gente sabia, desde los yogis indios a los monjes budistas hasta los primeros padres cristianos del desierto, buscaron calmar y controlar al mono. Los que lo lograron alcanzaron el nirvana.

Csíkszentmihályi mostró que este estado feliz puede alcanzarse, no solamente durante las prácticas religiosas, sino en el curso de una variedad de búsquedas físicas, intelectuales, y artísticas. Y también en el trabajo, incluso si es tedioso, o hasta en condiciones extremas como los campos de concentración Nazis. La clave es dominar y dirigir la atención. «La atención puede invertirse de innumerables formas, que pueden hacer que tu vida sea rica o miserable», escribe el profesor.

Tecnología contra Felicidad

La atención es un niño malcriado que necesita estar constantemente ocupado. Tan pronto como la estimulación externa que la ocupa es quitada, la atención comienza a ir de aquí hacia allá. Los pensamientos acerca de los problemas, reales o imaginarios con la familia, salud, trabajo etc. comienza a pasar al frente. El mono odia este funcionamiento por defecto, y corre hacia cualquier distracción disponible.

«Es por esta razón que la televisión provee tanta comodidad para muchas personas … la mente queda protegida de las preocupaciones personales» explica el psicólogo. «… Por supuesto, evitar la depresión de esta forma es un derroche, porque se gasta una gran cantidad de atención sin obtener mucho a cambio después».

Un cuarto de siglo después de la publicación de «Fluir», la tecnología digital ofrece a la atención un millón de maneras de escapar de la realidad. Una oferta que la mayoría abraza con gusto. Si decides ser alguno de los pocos que aspira a más, continúa leyendo.

Cómo centrar tu atención

Distraer tu atención con una pantalla no te va a traer la felicidad. Se necesita un reto.

Los deportes de competición obviamente permiten retos que permiten alcanzar el estado de «fluir» Csíkszentmihályi comenta:

«Las raíces de la palabra ‘competir’ se encuentran en el latín con petire, que significa ‘buscar juntos’. Lo que cada persona busca es mejorar su potencial, y esta tarea es más fácil cuando otros nos fuerzan a dar lo mejor».

Él apunta a que la alegría de la competición atlética no es algo exclusivo de los olímpicos. «Cada persona, sin importar lo baja de forma que esté, puede llegar un poco más alto, ir un poco más rápido, y crecer y ser un poco más fuerte. La alegría de sobrepasar los límites del cuerpo está abierta a todos».

Los científicos enfatizan que el fluir sería inalcanzable si te preocupas por la victoria y no disfrutas del proceso y de la oportunidad para mejorar. Esto son buenas noticias, ya que desde el punto de vista del entrenador, la competición frecuente es una mala idea, y muchos entrenan por sí mismos sin competir en absoluto.

En el entrenamiento, alcanzas el «fluir» aprendiendo a amar el proceso, tratándolo como una búsqueda de la perfección técnica en lugar de un desgaste sin sentido. Debes profundizar en tus habilidades en lugar de abarcar más. El Prof. Csíkszentmihályi nos recuerda que «Disfrutar depende de aumentar la complejidad».

Ni demasiado, ni demasiado poco

Es importante para lograr el progreso y el «fluir» que los niveles de desafío técnico y físico sean los correctos. De acuerdo a Mihaly Csíkszentmihályi, «Disfrutar está en la frontera entre el aburrimiento y la ansiedad, cuando los desafíos están equilibrados con la capacidad de actuar de la persona».

Las cargas deben elegirse con cuidado para estar en el canal que fluye. Estar por debajo del nivel de ansiedad y por encima del suelo del aburrimiento. Trabajar competentemente levantando hierro pesado y evitar el fallo al mismo tiempo es puro «gozo muscular».

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Pero ¿Qué sucede cuando el peso muerto, las dominadas, o el snatch con kettlebell te aburren a morir?

Aprendes a apreciarlo. «La gente que aprende a controlar sus experiencias interiores será capaz de determinar la calidad de sus vidas, lo cual es lo más cerca que podemos estar a ser felices», dice Mihaly Csíkszentmihályi. Él observa que hay individuos que incluso tienen «la capacidad de crear experiencias de flujo incluso en el entorno más hostil», citando las investigaciones de Richard Logan sobre los supervivientes perdidos en Antártida, confinados en campos de prisioneros, etc. Resulta que:

«Sobrevivieron encontrando formas de dar la vuelta a sus desoladas condiciones objetivas para convertirlas en experiencias subjetivas controlables. Primero, prestaron atención a los detalles más pequeños de su entorno, descubriendo oportunidades escondidas para la acción que encajasen con lo poco que podían hacer dadas las circunstancias. Luego se pusieron metas apropiadas a su precaria situación, y midieron el progreso por el resultado que recibían. Siempre que alcanzaban su objetivo, subían el listón, poniéndose metas más complejas»

Si ellos pudieron convertir algo verdaderamente horrible en un juego que podían disfrutar, seguramente tu puedes hacer lo mismo con los pesos muertos.

¿Te convertirás en alguien que traduce fácilmente las amenazas potenciales en desafíos disfrutables? ¿Serás una persona que nunca se aburre, apenas está ansiosa, que se involucra con lo que sucede y que fluye la mayor parte del tiempo? En opinión de Mihaly Csíkszentmihályi, el dominio propio es casi un sinónimo de la felicidad.

En ciertos periodos de la historia, ha habido culturas que han dado por garantizado que una persona no era totalmente humana hasta que él o ella aprendían a dominar sus pensamientos y sentimientos. En la China de Confucio, en la antigua Esparta, en la Roma Republicana, en los tempranos asentamientos de peregrinos en Nueva Inglaterra, y entre las clases altas británicas de la era Victoriana, la gente era hecha responsable de mantener un buen control de sus emociones. Cualquiera que se permitiese la autocompasión, o que dejase a sus instintos (en lugar de su razonamiento) dictar sus acciones, perdía el derecho a ser aceptado como miembro de la comunidad. En otros periodos de la historia, tal y como el que vivimos ahora, la capacidad de controlarse a uno mismo no es tenida en alta estima… Pero sea lo que sea lo que dicta la moda, parece que aquellos que se toman la molestia de ganar dominio sobre lo que pasa en su conciencia viven una vida más feliz.

Traducido y adaptado del texto en http://www.strongfirst.com/the-will-to-happiness/