El Dr. Daniel Kelly y sus colegas del Instituto Médico Sandford-Burnham en Lake Nona han encontrado un nuevo modelo para estudiar la función muscular que es bastante sorprendente: El ratón vago. Aunque este ratón tiene una actividad y peso corporal normales, no tienen energía para hacer ejercicio.

En el número de primeros de Diciembre de la revista Cell Metabolism, el equipo del Dr. Kelly explica lo que sucede cuando el tejido muscular carece de PGC-1, un coactivador de proteína que los músculos necesitan para convertir el combustible en energía.

El papel del PGC-1

«Parte de nuestro interés en comprender los factores que permiten al músculo ejercitarse es el conocimiento de que, sea cual sea el mecanismo, se vuelve inactivo con la obesidad, la edad, la diabetes y otras situaciones crónicas que afectan a la movilidad» explica el Dr. Kelly.

Normalmente, la estimulación física hace que se dispare la actividad del PGC-1 en las células musculares, esto activa genes que aumentan el almacenamiento de combustible, produciendo un músculo entrenado (y este es el estado físico que la mayoría de la gente espera alcanzar a través del ejercicio). En individuos obesos, el nivel de PGC-1 baja, posiblemente reduciendo aún más la capacidad de la persona para ejercitarse y creando un círculo vicioso.

En este estudio, los ratones sin PGC-1 muscular parecían normales y caminaban sin dificultad, pero no podían correr en el molinillo.

Esta es la primera vez que se elimina el PGC-1 completamente del tejido muscular, proporcionando a los investigadores un nuevo modelo para desentrañar el papel de las proteínas en el desarrollo muscular, el ejercicio y el metabolismo. ¿Qué es lo que sucede cuando los ratones no tienen PGC-1? sus mitocondrias (que son las partes de la célula que convierten el combustible en energía) no pueden funcionar de manera adecuada, con lo cual las células tienen que trabajar más duro para mantenerse vigorosas. Este esfuerzo extra agota rápidamente las reservas de glucógeno (carbohidratos almacenados), llevando a una fatiga prematura. En resumen, el PGC-1 es necesario para el ejercicio, pero no para el desarrollo normal del músculo y la actividad cotidiana.

Pero estos ratones aún guardaban otra sorpresa. Los que tenían deficiencia de PGC-1 no eran obesos y aún respondían de forma normal a la insulina, es decir, no estaban en riesgo de desarrollar diabetes a pesar de su estilo de vida sedentario y problemas mitocondriales. Esto es algo que no se esperaba, ya que muchos científicos creían que unas mitocondrias disfuncionales disparan una cascada de resistencia a la insulina y diabetes. El estudio destierra esta idea, sugiriendo que quizás el mal funcionamiento de las mitocondrias es un resultado de la diabetes en lugar de una causa.

«Incluso aunque estos animales no podían correr, no mostraban evidencias de resistencia a la insulina» Dice el Dr. Kelly. «Ahora estamos investigandos que sucede cuando inducimos la actividad de la PGC-1 intermitentemente, como sucede de forma normal cuando alguien se ejercita»

Este trabajo ha sido apoyado por el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas del Riñon (NIDDK) y el Instituto Nacional del Corazón, Pulmones y la Sangre (NHLBI) incluidos en el Instituto Nacional de la Salud (NIH) y la Asociación Americana de la Diabetes.

Traducido del artículo: «Couch Potato Effect: Missing Protein Leaves Mice Unable to Exercise» por Manuel Bento Falcón «Maokoto»